Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



domingo, 19 de abril de 2015

20/3/2015 – La Riera de Navel

La semana que viene, estaré en Inglaterra y ya no volveré a esta zona. Por eso, Pep decide que merezco un recorrido turístico por la Riera de Navel, ahora convertida en reserva natural. Hoy también habrá un eclipse parcial que nos pillará en plena caminada.

Por enésima vez, aparcamos delante de la iglesia de Sant Joan de Montdarn. “Recuerda lo de los cinco caminos”, dice Pep para acallar mis protestas. Iniciamos lo que sería el camino a Montmajor, girando a la derecha justo antes de Les Casas y pasando por la casa de Buida-Sacs.

En algún punto, se ve algún resto de lo que podría haber sido el camino antiguo, pero básicamente estamos siguiendo pistas forestales. Situados en la cabecera de la Riera de Navel, nos encaminamos hacia el Molino de Cal Félix mientras la luna va comiendo el sol poco a poco, dejando una sensación precrepuscular. Pep y Carles, al igual que los trolls, no se atreven a mirar el sol pero yo no temo por mis retinas y aprovechando las nubes que tapan parcialmente el cielo, veo que el sol ahora se parece a un cuarto de luna.

Pasamos por el molino, con la arquitectura típica de una torre medieval. ¿Qué hace una torre metida en el fondo de un valle? pregunto a Pep. No me lo sabe decir con claridad pero especulo que podría ser para proteger la entrada, como esas estatuas que vigilaban la entrada de Góndor en la película del Señor de los Anillos.

La casa de Cal Félix con la torre medieval a la izquierda

Pasamos delante de Cal Rebotit, una casa que se está arreglando. Aquí el GR deja la pista y sube hacia Pujol de Planés. El primer tramo está inventado, cruzando antiguos campos, pero empalma con otro que viene de una casa en ruinas a media altura cerca de Cal Félix y ése sí es auténtico. Mientras vamos subiendo, voy vigilando el móvil para ver si tengo cobertura. Porque hoy es el cumpleaños de mi padre y tengo un plan: que todos le cantemos “Happy Birthday” por el móvil para hacerle pasar el trauma de cumplir 89 años. Llegamos a Pujol de Planés, donde también hay una pequeña zona de picnic y unos plafones explicativos de la reserva natural. Es el lugar perfecto.

Les explico el plan a Pep y Carles pero no están por la labor, a pesar de que los dos conocen a mi padre desde hace tiempo. Cantar a pleno pulmón agrupados alrededor de un móvil no les hace gracia; temen por su dignidad como personas serias y se niegan en redondo. Les recrimino su falta de sentido de humor, sus pocas ganas de divertirse, de hacer una buena obra y dar unos momentos de felicidad a un anciano; incluso les explico la vergüenza que tuve que pasar en el curso de Hablar en Público que hice hace un par de años pero no hay manera. Saludar sí, pero cantar no.

 La casa de Pujol de Planés con la iglesia de Sant Esteve

El plafón informativo de la reserva natural

Mientras tanto, vamos bajando otra vez al valle y pierdo cobertura. Pasan unas nubes un poco tormentosas y tememos la lluvia pero luego sale el sol y todo vuelve a la tranquilidad. Cantan los pájaros y revolotean las mariposas.  De repente, Pep deja la pista para bajar a la riera, que cruzamos saltando de piedra en piedra. Pep y Carles me miran desde la seguridad de la otra orilla para ver si caigo al agua pero no será aquí sino más adelante, cerca de Cal Rebotit.

Pep nos lleva a una especie de bodega en un antiguo campo de cultivo, que es lo que queda del molino medieval de Tremps. Aquí estaría la maquinaria, dice Pep, y las muelas posiblemente estén enterradas abajo. La casa estaría encima, pero no queda rastro.

Interior del Molí de Tremps

Buscamos la pista que sube por la otra orilla, pasando por El Llop y el Molí de Vilajussana. Cruzamos la riera encima del molino y otra vez frente a Cal Rebotit, pero tampoco aquí caigo al agua. Es un poco más arriba, donde un salto mal calculado me hace aterrizar en un lodazal. Consigo extraer las botas del fango, vuelvo a calzarme y continuamos por una antigua pista. Medio kilómetro después, todavía se están riendo a mi costa. Bordeando unos campos, llegamos a las ruinas de Cal Peirot, luego a Les Cases y el coche. 

Hemos hecho casi 21 kilómetros y me quedan fuerzas de sobras para continuar. Después de perder casi toda esperanza, la recuperación de mi pierna es un hecho.


Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 20,7 km; 520 metros de desnivel acumulado.