Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 2 de mayo de 2011

24/4/2011- Els Empedrats y Cap de la Boixassa

Había quedado con Josep Mª para hacer la tradicional caminada de Sant Llorenç de Morunys, que se celebra cada sábado de Semana Santa. Sin embargo, lo cancelé por lluvia (me enteré después que no paró de llover en todo el día allí). Propuse salir el domingo si el tiempo aguantaba.


El hombre del tiempo prometió que la lluvia iría a menos y decidí hacer la ruta de los Empedrats. Como mucha gente del Berguedà, Josep Mª desconocía esta ruta a pesar de ser una de las rutas estrella del Parque de Cadí-Moixerò. “Un berguedano no puede morir sin haber hecho Els Empedrats”, sentencio. Aparcamos el coche bajo un cielo incierto cerca del nuevo Centre de Natura que ha construido los colegios La Salle en lo que era Cal Cerdanyola. La ruta oficial sube el valle de Pendís hasta el refugio (Refugi de Sant Jordi) pero yo quería hacer una variante que explicaré más adelante.

Iniciamos la ruta. Da gusto ver lo verde que está todo y oír el agua al lado. El camino pasa por pequeños túneles hechos por los árboles y el boj, lo que le da un aire misterioso, y también refresca en verano. Hacemos un pequeño desvío al Bullidor de la Llet. El Parque ha acondicionado un camino que lleva a una pared de roca de la cual sale un impresionante chorro de agua cuando llueve mucho y durante el deshielo. Vale la pena visitarlo.

 El torrente de Pendís tomada desde el pequeño puente que cruza el río antes del Bullidor de la Llet

La entrada de Els Empedrats

Continuamos y entramos en Els Empedrats, un estrecho desfiladero que impresiona mucho la primera vez que se ve (y también la segunda y la tercera). Aquí el camino cruza el torrente cuatro veces. Normalmente, no hay problema pero hoy baja mucho agua y las piedras utilizadas para cruzar están mojadas y resbaladizas. Conseguimos hacer el primer cruce pero al llegar al segundo, vemos que el agua pasa con fuerza y cubre muchas piedras. Llego a la mitad del curso de agua y cuanto más lo miro, más probable me parece que acabaremos en el agua. Josep Mª tampoco se muestra muy decidido. “¿Un plan B?”, me pregunta. Decido dar media vuelta y volvemos a la orilla. Justo en este momento viene alguien bajando por la otra orilla con un perro atado con una correa. Tiene el pantalón mojado hasta las rodillas pero se lanza a cruzar el río sin miedo. A pesar de que el perro se le enreda en las piernas, consigue llegar al otro lado donde le interrogamos. Nos asegura que los dos cruces que quedan río arriba son más fáciles y me armo de valor y cruzo. Para gran sorpresa mía, llego al otro lado sin novedad y Josep Mª sigue. Los otros dos cruces también se completan con éxito pero decido cambiar la ruta para no tener que bajar por el mismo sitio, posiblemente con lluvia. Había pensado hacer la vuelta por la casa de Escriu pero ahora decido pasar al lado contrario e ir al Cap de la Boixassa.

Saliendo del desfiladero

Seguimos subiendo. El camino aún tiene restos del empedrado. Al cabo de un rato, llegamos a la entrada al valle de Galigans, con un camino que marcha a la izquierda. La ruta oficial sigue recto por el valle de Pendís.

Aquí debo hacer un inciso. A mediados del siglo pasado, un tal Agustí Jolis escribió una guía de rutas del Berguedà, con la intención de poner al día la obra clásica de César August Torras publicada en 1904. Lo malo es que le pilló de lleno el abandono masivo de las casas de montaña y tuvo que hacer tres ediciones de su libro entre 1950 y 1965 para reflejar las cambiantes condiciones del entorno, sobre todo el número cada vez menor de casas habitadas. En la edición de 1965, describe la ruta como está actualmente pero en la de 1950, sube por el valle de Galligans hasta alcanzar los campos de la casa, pasa la cresta y luego va directamente a la casa de Font de Faig.

Ése es el camino que tomamos. Aunque tapado por la falta de uso, su trayectoria es clara y va subiendo con eses marcadas. Más arriba, empiezan las carboneras y luego el camino sale a los campos. Tenía la esperanza de encontrar la casa de Galigans. A principios del siglo XX, ya estaba abandonada pero el mapa del ICC marca un cuadrado. Miro a mi alrededor pero no veo rastro; el boj mojado me había obligado a guardar los mapas en la mochila y el cielo amenazador me aconseja no entretenerme. Continuamos a la cresta.

 Vista hacia el sur al salir de las carboneras del valle de Galigans

Vista hacia el otro lado del valle de Pendís en el camino de flanqueo de Galigans a Font del Faig

El camino pasa por una abertura en la roca y gira hacia el norte. Tras media hora, salimos a los campos de Font de Faig, muy cerca del refugio pero resisto su canto de sirena y, tras reponer agua en la fuente (la fuente bajo el árbol, que es la auténtica, no la fuente cerca del refugio), continuamos hacia el ‘grau’ (ver Glosario) que permite pasar al valle de Galigans. Allí almorzamos.

Un curioso refugio natural antes de llegar a la cresta que da paso a la parte superior del valle de Galigans

El grau entre el valle de Pendís y el valle de Galigans, encima del Refugi de Sant Jordi

En el valle de Bastareny al sur, una cortina de lluvia impide ver las montañas de Gisclareny detrás y parece que viene hacia nosotros. Sin dar tiempo a Josep Mª para acabar su inmenso bocadillo, emprendo la marcha otra vez. Cruzamos el valle de Galigans y seguimos un atajo de reciente creación que busca el camino que viene del Col de Galigans al Cap de la Boixassa. Llega la niebla; donde comimos ya no se ve y la niebla da formas extrañas a las formaciones rocosas a medida que nos acercamos al Cap de la Boixassa.

La niebla se cierne sobre nosotros

En un día soleado, habría unas vistas extensísimas de todas las montañas alrededor pero hoy nuestra visión queda cortada a 50 metros. Además empiezan a caer gotas. Sacamos los chubasqueros y temo lo peor; estamos en el punto más alto y más alejado del coche. Inicio rápidamente la bajada. Me llega a la memoria una bajada por el mismo sitio hace unos años con mi hermana. Era verano y se estaba preparando una gran tormenta en Pedraforca y venía directo hacia nosotros. Por nada del mundo, quería estar en esta cuesta expuesta cuando llegaba. Intenté dar prisa a mi hermana pero quizás acostumbrada a la pausada lluvia inglesa, no parecía apreciar del todo la urgencia. Llegamos a una cueva que conocía bajo el Coll de la Pelosa justo cuando empezaba a diluviar con unos truenos ensordecedores y tuvimos que esperar una hora y media hasta que pasó la tormenta.
Pero hoy los dioses nos sonríen; empieza a levantarse la niebla y deja de llover. Llegamos al Col de la Pelosa e iniciamos el largo flanqueo hacia el Molí del Puig. Primero el terreno está despejado pero, tras el primer collado, entramos en canales y vuelven los túneles de vegetación. Aquí hay abundantes signos de explotación del bosque para hacer carbón.
 Bajando desde el Col de la Pelosa hacia el Molí del Puig

Entrando en tierra de carboneros

Con tanto verde, nos invade una sensación de relajación y bienestar que propicia una tertulia sobre un temario muy variado pero que tiene como eje la ética personal y colectiva. Con estos pensamientos elevados, llegamos a la pista al lado de las ruinas del Molí del Puig.

El Molí del Puig

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,7 km; 830 metros de desnivel acumulado.

PD. Cuando bajo el track al ordenador, veo que estuvimos a 50 metros del cuadrado que marca el mapa del ICC como la casa de Galigans. Miro la ortofoto y efectivamente se ve un cuadrado pero no estoy convencido que sea una casa. Quedará para confirmar en otra ocasión.

Nota histórica: En los folletos turísticos y artículos excursionistas, siempre se habla del camino dels Empedrats como una de las rutas clave para cruzar del Berguedà a la Cerdanya. Pep pone en duda ese calificativo y lo cierto es que Torras, en 1904, dice que la casa de Font de Faig está vacía porque desde hace unos años el camino dels Empedrats está cerrado por una riada que lo destruyó en el tramo abajo que pasa por el río. Las ruinas de esta casa aún se ven cerca del refugio. Tuvo una agricultura de subsistencia pero también hacía de hostal para la gente que cruzaba el Col de Pendís y esta función debía ser un medio importante de vida. Cuando se volvió a abrir el camino dels Empedrats, volvió a haber gente en la casa, hasta el abandono masivo de los años 50. Después, se utilizó durante un tiempo como refugio hasta que se construyó el refugio nuevo. El camino clave de verdad para pasar a la Cerdanya es el Coll de Jou desde Bagà hasta Urús, utilizado desde tiempos inmemoriales. Pero esto será tema de otra entrada.

Una bonita foto de las ruinas de la casa de Font de Faig, tomada un día primaveral del 20/1/2007. El día después, volvió el crudo invierno.






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