Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



sábado, 25 de enero de 2014

10/1/2014 – El Camino de Sant Julià de Freixens a Vallcebre

Hoy, es Carles que no puede venir. No es la primera vez que Pep se entusiasma con una zona que durante años había descartado, por no decir despreciado. Esta vez le ha tocado a la zona central de Vallcebre, entre el núcleo del pueblo y la Foradada. Mirando el mapa antiguo de la Minuta, muchos caminos ahora son pistas pero hay el camino desde Sant Julià de Freixens, que se bifurcaba desde el camí ral del Collet a Saldes y Gòsol (ahora convertido en la Ruta de Picasso) y que Pep está convencido que no pasaba por la carretera actual.

Al no venir Carles, ninguno tiene los caminos de la Minuta en el GPS y vamos medio ciegos. Suerte que Pep lleva parte de la ruta en la cabeza. Aparcamos el coche en el mirador de Cap Deig en la carretera e intentamos encontrar la bajada hacia la iglesia de Sant Julià de Freixens, dejando las mochilas en el coche. El resultado es un fracaso rotondo. Las obras de la carretera actual lo han removido todo, borrando cualquier indicio del camino.

Al otro lado de la carretera, vemos algún resto, convertido en antigua pista, que iba hacia el ‘grau’ pero no tarda en ser cortado por la carretera. Volvemos al coche. Mirando hacia arriba, veo una abertura sospechosa en las rocas y planteo la posibilidad de que el camino pasara por ahí.

Paso del antiguo camino encima de la carretera actual, en Cap Deig

Nos ponemos en marcha para subir la pequeña cuesta. Un payès que viene en coche por la pista de La Barceloneta, nos toma por unos excursionistas extraviados y nos pregunta dónde queremos ir. Intento explicarle en mi catalán británico que estamos buscando caminos antiguos y le enseño la abertura en la roca. “Por allí pasaba la antigua carretera”, dice. Así que lo que fue camino en los años 20 ya era carretera en los años 60.

Llegamos al punto en cuestión y confirmamos que por allí pasaba el camino. Damos la vuelta y buscamos la continuación hacia Vallcebre. En los campos encima de la casa de Cal Berto vemos dos hileras paralelas de piedras, signo inequívoco del camino. Lo perdemos en el Torrent de la Jou y lo volvemos a encontrar subiendo hacia el cementerio.

El trazado del camino antiguo cerca de Cal Berto

Entramos en el pueblo. Hoy, Pep tampoco me deja tomar café en el bar del pueblo. En su mente ordenada, no hay lugar para esos pequeños vicios que tenemos los demás mortales. Volvemos a tomar el mismo camino que la semana pasada, saliendo de Cal Maçana, pero esta vez continuamos hasta el molino, siguiendo otro camino antiguo de la Minuta. 

Las ovejas buscan calor bajo la línea de alta tensión

Cal Andorrà; la casa antigua se ha convertido en pajar

Se acerca la hora de comer y las mochilas, con la comida y el agua, están en el coche. “¿Cómo vamos a subir al coche?”, pregunto ingenuamente, pensando en que tenía otro camino antiguo para subir. Pero no, busca la línea de roca blanca que es la continuación de la Cingle de la Foradada. Aquí no hay ningún camino pero se ha marcado un paso entre las rocas que sube hacia arriba. Tiene algunos puntos que se acercan incómodamente al borde del precipicio pero, como contrapartida, ofrece unas vistas espléndidas hacia el norte, con Gisclareny, el Cadí y Pedraforca.

Pica el sol e, intentando no mirar demasiado el abismo a la derecha, paso toda la subida pensando en la botella de agua que me está esperando en el coche. Por fin, llegamos, cogemos las mochilas y buscamos un lugar soleado en las rocas.

Tenemos una vista prácticamente de 360º. Mientras comemos, la vamos recorriendo con los ojos, anotando mentalmente los caminos que van cruzando valles, collados y bosques. “La verdad es que hemos estado en todas partes”, resumo. “Cierto”, contesta Pep. “Ahora toca repasar y enseñar a los jóvenes”.

Parte de la vista desde nuestro comedor

Cómo aún tenemos tiempo, Pep quiere intentar una vez más encontrar la bajada a Sant Julià de Freixens, desplazándonos un poco más hacia el este. Pero el resultado es el mismo. Definitivamente, aquí el camino desapareció sin dejar rastro.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8,5 km; 350 metros de desnivel acumulado.

3/1/2014 – Caminos de Espunyola a Capolat

Pep pasa el año nuevo fuera del Berguedà así que somos Carles y yo. Aprovecho para proponer una ruta turística: el GR que sube desde Espunyola a Capolat. Detrás de Espunyola, se erige una línea de ariscos de piedra arenisca, que es la continuación de Les Marías que empiezan en La Valldan. Sin embargo, hay múltiples rutas para subirlos, muchos de los cuales aprovechan los barrancos creados por el agua. De hecho, en esta ruta, subiremos por uno y bajaremos por otro.

Han pasado unos cuantos años desde la última vez que subí el GR. En esa ocasión, estaba bastante estropeado por una explotación forestal agresiva, con la abertura de pistas nuevas.

Aparcamos el coche en la Iglesia de Sants Metges, al lado de la bonita casa de Cal Macià, dedicada al turismo rural. Hace sol y las temperaturas son anormalmente suaves para la época del año. Primero vamos por una pista entre grandes bloques que han caído a lo largo de la historia desde las imponentes paredes de roca detrás. Vamos alternando tramos de camino y de pista; el paso del tiempo ha suavizado el impacto de las pistas de desembosque pero todavía son bastante feas y pedregosas.

En la pista al inicio de la ruta, pasando por un bloque centenario

Mientras subimos, lejos de los oídos de Pep, Carles me hace una confesión: “Tu blog está muy bien, Steve. Sólo le falta la parte histórica”. Yo también tengo que hacer una confesión. En realidad, estoy escribiendo el blog para los nietos de Carles. Cuando le digan: “Avi, avi, cuéntanos otra vez cuando salías a buscar caminos con Pep y Steve”, no tendrá que esforzar mucho la memoria y siempre tendrá a mano un cuento nuevo.

Carles contempla la vista, con Montserrat al fondo 

Como ya he dicho en una entrada anterior, Pep ya había hecho un catálogo de todos los caminos – absolutamente todos – de Capolat por encargo del Ayuntamiento antes de que empezara a escribir el blog y por eso no tenía razones para volver, excepto para hacer turismo. Sin embargo, yo sí que tenía una colita (ver Glosario) que salía de la casa de Casanova de Folgues y pensaba incluirla en la ruta de hoy.

 El tramo final de la subida, donde el camino todavía se conserva intacto

El Salt de Sallent

Llegamos arriba, pasando al lado del Salt de Sallent, que se convierte en una espectacular cascada en épocas de lluvia. Un camino a la izquierda va a Cal Feneca, una vivienda habilitada dentro de una cueva y ahora vallada para usar como refugio de cabras u ovejas por el habitante de una pequeña rulot, actualmente vacía.

Cal Feneca; todavía se ven los restos de algunas paredes

Seguimos por el GR pero antes de llegar a la casa de Comamorera, nos desviamos por un camino que nos acaba llevando a la iglesia de Sant Martí de Capolat. Con la iglesia a la vista, giramos a la derecha para buscar el camino de Casanova de Folgues, que encontramos tras algunas dudas en un estado bastante tapado.

La iglesia de Sant Martí de Capolat y su rectoría, con las rocas de Els Tossals detrás. Aquí sí se notaba el viento del norte y nubes amenazadoras cruzaban el cielo a gran velocidad

En los prados delante de la casa, comemos. Si no fuera por el color amarillo de la hierba y el hecho de que estamos en enero, casi se podría pensar que estamos en primavera. Pero no nos engañemos, el invierno acaba de empezar y quedan al menos dos meses en que puede pasar de todo.

Por fin, ha llegado el momento de seguir mi ansiada colita. Pasamos detrás de la casa y veo que el caminito que había allí ha desaparecido y en su lugar hay una pista. De todos modos, atando cabos, lo más probable es que llevara a unos campos cercanos así que no me duele demasiado su pérdida. Pero ahora me he quedado sin objetivos y divagamos sin rumbo por el bosque.

Decido subir hacia la Serra de la Llosa en busca de más caminos. Encontramos un camino de linde entre fincas, que en el llano arriba se convierte en pista. Llegamos otra vez a la carretera, esta vez con la iglesia de Sant Martí a la izquierda y el Santuario de Tossals delante. Y volvemos a girar a la derecha para volver a bajar.

Pasamos por una zona extensa de cultivo, ahora convertido en bosque. La regularidad de los pinos sugiere una plantación. El ambiente es muy tranquilo y soleado; vamos bajando en silencio por una pendiente suave.

El pequeño pantano de Espunyola

Llegamos a la pista que lleva al pantano de Espunyola. Dejamos el pantano a la izquierda y seguimos bajando por una pista pedregosa con bastante pendiente. Por suerte, Carles ve a la izquierda los restos del camino antiguo y bajamos. Ya conocía la existencia de este camino pero lo que no sabía era que llegaba tan arriba. 

El camino que baja del pantano a Sants Metges

Doscientos metros después, el camino se pierde, sepultado por las obras de la pista y bajamos sin camino por la cuesta hasta encontrar la parte conocida del camino, ahora convertido en un tramo de la Xarxa Lenta. Es un camino sinuoso que pasa con una pendiente suave entre las encinas y esquivando grandes bloques de piedra caídos desde arriba. Es altamente recomendable, en mi opinión la ruta más atractiva entre las señalizadas para ir de Espunyola a Capolat. Bajar este camino ha sido posiblemente lo mejor de la salida de hoy.

La iglesia de Sants Metges con el cementerio detrás

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,5 km; 500 metros de desnivel acumulado.

miércoles, 1 de enero de 2014

13/12/2013 – Grau del Moro, Grau de la Foradada, Grau de les Granoteres

Hoy llegamos al Mikado con una novedad importante: no una sino dos preguntas, y una fecha, el 9 de noviembre de 2014. Los dos grandes partidos estatales se han puesto de acuerdo para defender la unidad de España e insisten en que la consulta no se celebrará.

“¿Dónde vamos?”, pregunta Pep. “¿Dónde quieres ir?”, es mi contrapregunta cautelosa. “Donde quieras. Estoy abierto al diálogo”, responde Pep pero aún recuerdo la acusación en octubre de que no le dejaba acabar los sitios y propongo hacer los tres últimos ‘graus’ que nos quedan en la Cinglera de Vallcebre.

Salimos de Berga con 0ºC pero en la carretera de Saldes ya son -5ºC y la hierba al lado de la calzada está blanca de escarcha. “Desde luego”, dice Pep, “pudiendo elegir cualquier sitio en el Berguedà, nos tienes que traer al más frío”.

Aparcamos el coche en el pequeño parking fuera del camping, delante de la carretera que va a Sant Corneli. Caminamos carretera arriba hasta la Foradada. Hace frío. El primer ‘grau’ es el Grau del Moro, que sale desde la fuente a pie de carretera. Después de un corto flanqueo, entra en una falla en la pared y la sube, con la ayuda de peldaños cortados en la roca y cadenas.

 Subiendo el Grau del Moro

Y una vez arriba

Llegamos arriba. Ya no tenemos tanto frío y giramos hacia la Foradada. Aquí se abrió a barrenadas un paso hasta la carretera, más que nada para el mantenimiento del teleférico que entre los años 40 y 60 transportaba el carbón desde el Coll de Pradell hasta el Collet, donde pasaba el antiguo ‘carrilet’ de Guardiola a Manresa.

El paso de la Foradada

Una de las estructuras curiosas cerca de la Foradada es el molino, que aprovecha un hueco en las rocas encima del torrente. El agua se hacía llegar por un canal de obra, bajaba por la maquinaria y salía por una especie de portal.

El molino

Todavía es muy pronto para ir al tercer y último ‘grau’, así que decidimos seguir un camino señalizado de la Xarxa Lenta que no conocíamos y que va a Vallcebre. Pronto se bifurca y subimos el camino de la derecha, reservando el camino de la izquierda para la vuelta. Entramos en el pueblo por Ca l’Andorrà. No me dejan tomar un café en el bar del pueblo y volvemos a salir por el otro camino, que pasa al lado de Cal Maçana, antiguo hostal.

El pueblo de Vallcebre

Entramos en un bonito camino que va bordeando los campos, cruza una pista y luego entra en un pequeño robledo con unas piedras muy sospechosas desparramadas por el suelo. 

 La primera parte del camino, que pasa entre los campos

Y la segunda parte, ya en el robledo

Llegamos a una carretera asfaltada y giramos a la derecha. Caminamos por un paisaje eminentemente agrícola con campos, prados y casas diseminadas. El contraste entre sol y sombra es marcado. Pasamos al lado de Cal Ton y finalmente nos plantamos delante del poste indicador del Grau de les Granoteres.

Antes de enfrentarnos al precipicio, decidimos reponer fuerzas y comemos. La seguridad del Camp de la Martina parece muy lejos y muy abajo; el poste avisa que el ‘grau’ no tiene conexión. Mientras Carles y yo compartimos chocolate, Pep baja a explorar. Unos 10 minutos después, vuelve. “Un camino magnífico, espectacular. Aunque hay un trozo de roca con hielo que no te gustará”, añade, mirándome a mí. Pero no me dejo asustar y paso el tramo de roca sin problemas y entramos en una especie de cañón.

 La entrada del 'grau'

Pasando por el cañón

El camino está acondicionado y baja por una estrecha fisura en la roca. La última bajada tiene peldaños de hierro y cadenas y salimos a una faja intermedia con caminos a la izquierda y derecha.

Pep y Carles me esperan al pie de la última bajada acondicionada del 'grau' 

Giramos a la derecha y el camino parece acabar en una gruta formada por una roca adosada. Vemos clavos que marcan vías de escalada. Probamos el camino a la izquierda. Ha sido limpiado, se supone por escaladores, y se ve alguna vía. Sin embargo, el camino se hace cada vez más precario y tampoco tiene intención de bajar sino que va siguiendo una repisa cada vez más estrecha. Al final, parece que nuestro escalador se cansó de limpiar y nos deja tirados sin más opciones que dar la vuelta.

La explanada pasada la pseudogruta, pero aún faltaba un último escalón de bajada

Volvemos a pasar por la pseudogruta y tras un flanqueo un poco delicado, el camino se vuelve a ensanchar y forma una explanada. Me paro para tomar fotos y cuando continúo, veo que Pep y Carles ya han bajado un tramo de roca que, esta vez, no tiene cadenas ni ningún otro tipo de ayuda, y me están esperando.

“Cuidado, Steve”, me dice Pep. No falla. Podría decírmelo antes de pasar, para que me fijara en cómo lo hace él pero no, cuando ya ha alcanzado un lugar seguro, da la vuelta y me dice que tenga cuidado. “No soy tan torpe como él quiere hacerme creer”, digo para mí mismo en tono desafiante. Me deshago de todos mis bienes terrenales: bastón, mochila, cámara y sombrero, para que no me estorben, y bajo la roca.

Aunque no lo parezca, el 'grau' baja por una fisura escondida aquí, saliendo en la roca cuadrada en el centro. La pseudogruta está a la izquierda.

A partir de aquí, es un descenso por el bosque hasta llegar al prado grande que veíamos desde arriba. Bajamos por un paisaje helado hasta llegar al coche.


Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9 km; 600 metros de desnivel acumulado.